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lunes, 19 de septiembre de 2011

Recopilando frases que se dejaron caer, se sembraron sin querer.





"Todo lo que debemos hacer es trabajar con constancia y esfuerzo en los momentos diurnos."
Dijo una vez a un público selecto. Saqué mi libreta y apunté con desconfianza e interés prematuros.
"Hablamos con la boca cerrada. Hemos dado un paso de gigante al volver a la infancia."
Volaba la tinta sobre mi papel amarillo. ¿Sería aquel discurso el bombazo de mañana?
Soy periodista, mi vida es mía y sólo a mí me gusta vivirla. Escribo, canalizo mis explosiones de arte.
Nadie me ha enseñado nada, descubro y aprendo. Pero hoy, será la última vez que diré esa frase.
Por primera vez he oído palabras que han hecho sonar la bocina en la escotilla. Ese chico... habla.
"Desfallecen en la soledad. Aquí crecieron y se criaron, aquí se desarrollaron para ser expresadas"
Así definió él sus propias palabras, y yo, humilde, las escribo sin atreverme a tocarlas.
"Hasta que la verdad prevalezca, hasta que el mundo sea mundo, no descansaré. Y para luchar, tendré como arma, la sabiduría de los que considero sabios, la perspicacia de los que considero perspicaces, la humildad de lo que son humildes y la conciencia de que llegaremos lejos."
Estalla el público entre aplausos y lágrimas. Yo caigo de rodillas en el suelo duro y seco.
¿Quién me nombró digno de oir estas palabras? Dime quién y le preguntaré ¿Porqué a mí?
Surcaba el tiempo el mar de nuestra esperanza, y se escondió el sol tras la luna, y ella tras su sonrisa ocultaba pícara el cronómetro de nuestros corazones.
¡Ay! el tiempo, rápido y cruel. ¿Porqué ahora ejerces tu poder?
"Solo es una forma de ordenar nuestro movimiento" "Condenado a la soledad, no perece, no conoce" Apuntaba él ante nuestras caras de protesta.
Se acababa el día y con él la conferencia. Seguí apuntando, sin detenerme, sin detenerme.
"Así es el hombre, sombra de lo bello, crítico con lo magno y magnánimo con lo feo."
"Escribo sin normas, sin barreras de coherencia, sin correcciones de perfección."
"El nombre es el reflejo de una vida"
"Si pudera alcanzarte con mi puño, te convertiría en portador de mi tatuaje"
"Quedo yo, con otro tiempo, con otro viento, con otro canto, y con otra voz."

Las buenas historias pueden parecernos largas y aburridas cuando las vemos escritas.
Al leerlas, sin embargo, nos llevan a toda velocidad, como las olas hasta la orilla.
No nos damos cuenta y ya las hemos acabado. Hasta nos da pena despedirnos de ellas.
Algo parecido me pasó escuchando a este joven orador, y me dije, démosle una segunda vuelta.

1 comentario:

  1. jajajaja creo que el joven orador no se merece este homenaje, dejemos que lo juzgue el tiempo. Ayer después de leer tu entrada me puse a repasar todos los mensajes que nos hemos ido mandando, hay muchos en los que me cuesta reconocerme jajaj (a veces "se me va mucho la olla") la verdad es que se podría escribir un libro utilizando este formato, aunque no se hasta qué punto sería un buen libro..

    El orador, al finalizar su sesión dudaba entre si pedir perdón por sus palabras desenfrenadas o si dar las buenas noches como si nada hubiese pasado.

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