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miércoles, 1 de octubre de 2014

Dos.

¿Dónde está la perfección? se preguntaba el poeta desarmado. Su pluma le miraba burlona.
Llovía, llovía muy fuerte al otro lado del cristal.

Hay personas con ideas y valor. Por eso se mueve el mundo. El mundo se lo han prestado a los valientes. El día en que el hombre deje de pensar y se acobarde... no quiero pensar en ese día, el día del papel en blanco.

Pero es que "el hombre" no existe, "el hombre" ni es valiente ni piensa ¡Se acabó la era "del hombre"!
Que dé comienzo la de las personas.

Cuanto más lo pienso más me doy cuenta de que es así. Pero nunca entiendo del todo estas cosas. Quien crea, lo hace siempre dialogando, siempre son dos y nadie se da cuenta. Quien dibuja, primero piensa, después dibuja y su dibujo le contesta... y vuelve a pensar. Quien toca un instrumento, toca, y esas notas le contestan... y vuelve a tocar. Siempre son dos; dos caras de la moneda. Dos caras que hacen una y que están perfectamente unidas. Dos caras que, a veces, son opuestas. Es siempre un diálogo precioso del que nace algo. De uno solo, nunca salió fruto alguno. Uno... y siempre a su lado Dos. Nadie está llamado a estar solo, y todos lo están a ser valientes: ¿Qué haremos con este mundo prestado?

Es el gran misterio del amor y la libertad. En la vida hay que tener algún porqué y algún para quién. Sino la vida es un papel en blanco que nosotros mismos no entendemos bien... blanco como la nieve que lo deja todo tan silencioso ¿qué vamos a entender si no pone nada? Es en esa vida blanca donde salta Segismundo y su refrán: ¿Y teniendo yo más vida, tengo menos libertad? Una ilusión, una ficción... ¿un sueño? No, la vida es mucho más. La vida también tiene dos partes: una es soñar, y la otra, despertar.

Todas estas cosas pienso y mi pluma sigue mirándome burlona, mientras llueve, llueve muy fuerte al otro lado del cristal.